Cambiamos de pais, dejamos atras la primera gran etapa de nuestro viaje, el sudeste asiatico. Llegamos a la India con el nerviosismo de entrar en pais nuevo, gente diferente, nueva gastronomia, nueva cultura... todo nuevo, pero a lo grande, un pais enorme que no recorreremos completamente y que seguramente no comprenderemos del todo, ni en un puñado de vidas daria tiempo a entender las costumbres, la sociedad, la religion de este pais, al que llegamos con los ojos bien abiertos, con muchas ilusiones puestas en el y que tanto nos puede enseñar.
La primera gran alegria fue la llegada de Martin y Ainara, que llegaron escalonadamente. Un cartel les esperaba: "Hotel Namascar Martin " un dia y "Hotel Namascar Ainara " al siguiente, pero ambos disfrutaron del buen servicio del mejor taxista de Delhi, nuestro colega Facundo.
Olor a basura, especias, excrementos, tabaco escupido sin ningun rubor, incienso, humo...
Sabor picante y especiado de samosas, paranthas, chapatis y puris...
Ruido atroz creado por los bocinazos incesantes, sin ningun prejuicio y sin ningun complejo, de coches, motos y rickshaws, llamadas ansiosas de vendedores, risas picaras de los niños, peticiones de limosna de multitud de desafortunados y llamadas a sus fieles desde templos hindues, budistas, sijs o mezquitas musulmanas.
La vista no queda indiferente. A cada movimiento de cabeza los ojos se clavan en algo mas impactante y asombroso que lo anterior. Color, mucho color, de saris y turbantes, telas, flores en forma de ofrendas, bisuteria, ojos oscuros y miradas penetrantes.
Tacto de polvo, roces con vacas sagradas, con ciclorickshaws y apretones firmes de manos curtidas.
Tacto de polvo, roces con vacas sagradas, con ciclorickshaws y apretones firmes de manos curtidas.




Decidimos abandonar el ajetreo de Delhi y nos dirijimos a Haridwar, uno de los siete lugares sagrados, que todos los hinduistas deben visitar una vez en su vida. Aqui el Ganges abandona los valles del Himalaya para adentrarse en las extensas llanuras hasta su desembocadura. La espiritualidad de Haridwar se encuentra a orillas del rio, mas concretamente en el Gath Hari Ki Pairi (gath de la Pisada de Dios), donde acuden miles de peregrinos a bañarse y entregar ofrendas en sus sagradas aguas. No estabamos en temporada alta pero aun asi, las escaleras estaban a rebosar de fieles, santones, sacerdotes y demas personajes.
Los Karwarias, famosos peregrinos caminantes, llevan un tipo de balanza
con llamativos adornos donde colocan agua sagrada del Ganges. Caminan
centenares de kilometros, muchos de ellos descalzos, para alcanzar su
destino, el pueblo de cada uno, donde ofreceran el agua al templo local
del dios Shiva. Existen paradores donde se les ofrece comida, bebida,
duchas, medicinas, lugar de descanso y perchas donde colgar las
balanzas, ya que estas no deben tocar el suelo.

28 kms al norte esta Rishikesh, pueblo que cubre ambas orillas del rio Ganges y que estan comunicadas por un puente colgante. Es tranquilo, sin el acoso constante de los bocinazos de las ciudades, y repleta de monos dispuestos a robarte por las malas los platanos del desayuno.

Aqui acuden multitud de turistas atraidos por la cantidad de centros de meditacion, yoga y retiros espirituales, creando una atmosfera tranquila y bastante hippie.
Estuvimos en clases de yoga, relajandonos y canalizando la mucha energia que emana la India y alucinando con la flexibilidad y concentracion de nuestro maestro, haciendo posible lo imposible.
Pasar de los 40 grados de Malasia a los 10 que hemos encontrado aqui en Rishikesh nos ha costado un pequeño catarro que, a base de tes con jengibre, miel y limon y unas gotas de propoleo vamos superandolo.


Pasar de los 40 grados de Malasia a los 10 que hemos encontrado aqui en Rishikesh nos ha costado un pequeño catarro que, a base de tes con jengibre, miel y limon y unas gotas de propoleo vamos superandolo.